15 marzo 2015

EL BUEN JUEGO SE QUEDÓ EN LA ISLA




El Mallorca firmó un partido más que discreto. Fue malo. Absolutamente irreconocible con respecto al encuentro anterior. No supo encontrar su fútbol y cayó víctima de errores propios y aciertos ajenos. Miquel Soler tomó su primer dictamen dejando fuera de la convocatoria a Pereira. La primera parte fue un barrido sin discusión. El único que salvó los muebles fue Cabrero. Gracias a sus paradas mantuvo el resultado ajustado durante los primeros cuarenta y cinco primeros minutos.

Contar con todos los futbolistas de una plantilla es sencillo de decir y, a la vez, muy complicado de ejecutar. Liderar un grupo y que prácticamente nadie se sienta excluido necesita decisiones que acompañen la verborrea que se suelta dentro de un vestuario. Pero los resultados están por encima de la gestión y aquí los mallorquines fallaron absolutamente.

La apuesta inicial, para un partido de calado táctico, fue un fiasco. El Mallorca debía encontrar los pocos espacios que cede su rival. Para ello metió a Yuste ejerciendo labor de comandante en el centro del campo pero retrasó en exceso su posición. Marco Asensio jugó con escasa dinámica desde la derecha y Arana por la izquierda fue un ausente. Desconectados y sin opción.La pareja de vanguardia fue para Xisco y Joselu. Ambos no pudieron ejercer una buena presión y en ataque simplemente no existieron.

El Alavés, como local, es un equipo difícil de sorprender. Su riesgo, con balón, fue prácticamente cero. Ataques con poca transición, en el centro del campo, que obligan a trabajo extra en zona de rechazo y segunda jugada. Y precisamente ese fue el plan diseñado por Alberto López. 

El Mallorca no ganó ningún aspecto del juego. Rafa García, hasta que jugó, ejerció una labor de anclaje en la medular y cuatro llegadores buscando aprovechar pases largos. Esperar hasta hacer desesperar a los mallorquines. Y lo consiguieron claramente en prácticamente todos los minutos del partido. La batalla táctica ni se produjo. El partido se puso desde el pitido inicial del costado del rival. El Alavés fue absolutamente superior desde todos los ángulos de vista.

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