Los
futbolistas no son máquinas perfectas cuyo engranaje aunque deje de utilizarse
será siempre fiable. Un equipo de fútbol está compuesto por material humano. Y
el trabajo de un buen entrenador consiste en extraer todo el potencial físico,
psicológico, técnico y táctico, de todos sus futbolistas. Gestionar el grupo es
una tarea hercúlea llena de un desgaste infinito. Un líder tiene que convencer
con sus palabras y, además, con sus acciones.
El entrenador
no solo tiene delante de él su próximo partido. Hay más. La competición, hasta
casi el final, suele otorgar segundas y terceras oportunidades y es necesario
utilizar inteligentemente todos los recursos de los que se disponen.
¿Cómo extraer
el máximo rendimiento de un futbolista que no juega y qué necesito?
Responder correctamente esta pregunta
puede ser la clave del éxito en el transcurso de una larga temporada.
El Mallorca
ya tiró la bala del cambio de entrenador y ahora se debe conseguir blindar su
vestuario. Fijar la atención de todos, en el objetivo grupal, no es una tarea
sencilla. Todo lo contrario. La Segunda División está llena de igualdad y cada
partido puede necesitar herramientas diferentes. Ningún jugador, absolutamente
ninguno, ni puede ni debe tener el estatus de imprescindible. Y a las vez hasta
el menos utilizado, en un momento dado, debe ser capaz de decidir.
Miquel Soler
es consciente de que el equipo está jugando sin red. El objetivo debe ser
alcanzar la sexta plaza que otorga Play Off y el margen de error es mínimo.
Para lograrlo es imprescindible contar con el mayor número de efectivos.
Utilizar,
dependiendo del rival y del campo, un central más rápido pero menos poderoso en
el juego aéreo, o viceversa, no puede ser considerado como una rotación. Es una
estrategia. El Mallorca cuenta con muchos elementos en posiciones de
vanguardia. Cada vez que se baraja la posibilidad de introducir un cambio, en
el equipo titular, hay que ser consciente del futbolista que debe salir.
Afirmar alegremente que se cuenta con todos y repetir hasta la saciedad, onces
y cambios, puede ser una condena en la gestión del grupo.
En el caso
del Mallorca se hace necesario detenerse y reflexionar. La categoría es
especial, distinta y llena de igualdad. La plantilla está llena de
condicionantes diferentes pero, a la vez, altamente compatibles. No es lo mismo
jugar ante el Lugo que contra el Betis o la Llagostera. De hecho tampoco es lo
mismo jugar de local o visitante. Además es necesario valorar todas las
circunstancias y todos los entrenamientos. Solo el entrenador, junto con su
cuerpo técnico, dispone de toda la información.
Utilizar
todas las armas para así obtener el cenit de eficacia es una pura necesidad
competitiva que este equipo debe utilizar y saber gestionar.
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