Los primeros
cuarenta y cinco minutos fueron un paseo militar del Sabadell. Un equipo puede
plantear, como estrategia de partido, repliegue intensivo con presión para
recuperar y salir buscando el contraataque. El Mallorca, durante la primera
parte, no jugó ni de forma seria ni aceptable. Se replegó y esperó sin presión.
Las estadísticas también le fueron totalmente esquivas. El Mallorca no tenía
ningún tipo de licencia en la Nova Creu Alta. Ganar intentando convencer. Así
de fácil y, a la vez, difícil de ejecutar.
Un entrenador
debe demostrar galones de mando ante la adversidad y este partido era prueba de
fuego. La falta de jugadores, en casi todas las posiciones, no puede esgrimirse
como excusa. Miquel Soler
asumió bajas. No le quedaba más remedio.
La primera decisión fue retrasar línea
de presión para así proteger más el eje defensivo. Agus y Joao jugaron de
centrales. En la sala de máquinas colocó hasta tres futbolistas. Yuste se juntó
con Martí más Javi Ros. El tiempo que jugaron juntos simplemente naufragaron.
Las ausencias de Pereira y Marco Asensio condicionaron la elección en el juego
de desequilibrio. Arana fue por la izquierda mientras que Joselu se desplazó a
la derecha.
El Sabadell
lanzó su propuesta con blindaje extra en la zona de medios. Mandiá colocó a
Antonio Hidalgo con Eguaras y Ciércoles para reforzar la medular. Lo consiguió.
Fortificado por dentro buscó los espacios por fuera. Collantes sembró amenaza
desde el juego exterior y en las acciones de estrategia. Él fue uno de los encargados
de sacar el balón parado.
Durante la
segunda parte el Mallorca cambió el sistema de juego. Fue con 1-4-4-2 y al
menos disputó el partido. Las estadísticas se igualaron y llegó un remate al
palo, en un córner, del central Agus. Ya en la última jugada Cendrós pudo
empatar un partido en el que solo se compitió durante los segundos cuarenta y
cinco minutos.
En Segunda
División no ha espacio para la especulación defensiva y los futbolistas rojos
tienen que asumirlo en su juego de presión. Después de dos derrotas
consecutivas se hacía necesario un resultado que no abriese el cajón del miedo
y al menos se sumó un punto.
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