El Mallorca, en su último partido, tocó sistema,
organización y ocupación. Llegó a hipotecar todo su juego ofensivo para
conquistar algo más de solidez defensiva. No tuvo equilibrio en su juego pero
mejoró prestaciones de implicación y contención. Contra el Tenerife era
imprescindible ir un paso más allá.
Atacar en sus diferentes versiones era
necesidad y obligación. Durante los primeros cuarenta y cinco minutos el rival
fue superior y el marcador se ajustó al juego. Ya en la segunda parte dos
jugadas aisladas rescataron una victoria que puede ser fundamental.
Miquel Soler vistió a los rojos con 1-4-2-3-1 y su
ocupación del campo fue más valiente. El repliegue intensivo se convirtió en
normal con instantes de presión algo más avanzada. Pero el juego tampoco mejoró
en exceso. Las imprecisiones en el centro del campo fueron una tendencia que
convirtió el partido en peligroso para los dos equipos.
Pero es justo reconocer
que el Tenerife se encontró mucho más cómodo sobre el terreno de juego. En
fútbol aprovechar las carencias del rival forma parte de la estrategia y poner
munición sobre el flanco izquierdo canario era, a priori, una posibilidad. El
Mallorca prácticamente no lo buscó. Es difícil rescatar individualmente a algún
futbolista dentro de un partido que fue demasiado plano. Pero es necesario
recordar que los dos goles rojos fueron justos, trabajados y de bella factura.
Raúl Agné no fortificó su centro del campo en exceso.
Vitolo y Ricardo se juntaron por dentro quedando desplazado Aitor Sanz sobre el
perfil izquierdo. La amenaza en ataque quedó bajo dos futbolistas. La velocidad
de Maxi con la lucha de Abdón Prats. Ambos crearon más problemas en la primera
parte que en la segunda. Por banda derecha Suso buscó su típica amplitud con
centros hacia el corazón del área. La candidez del equipo canario en ataque fue
un bálsamo para la zaga mallorquina.
Ya con el resultado a favor el Mallorca no pudo cerrar
con solvencia el partido. Los contraataques hubieran podido ser más letales
pero hubo demasiado miedo en perder la ventaja. El Mallorca jugó un mal partido pero, al menos, rompió
una dinámica muy peligrosa. Ganar debe otorgar tranquilidad pero, en ningún
caso, relajación. Queda mucho camino por recorrer y asegurar la categoría es
imprescindible.
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