La imagen
mostrada en el Anxo Carro fue un esperpento. Jugar con diez no otorga licencia
para dejarse llevar y el Mallorca regaló un partido a un rival que volvió a
parecer de Primera División. En fútbol
la victoria puede ejercer de bálsamo pero la derrota siempre es sinónimo de
tempestad y estos futbolistas se han ganado los problemas que ya tienen.
La semana
previa al partido fue tratada con poca inteligencia y menos habilidad. Los
jugadores no deben cuestionar públicamente los planteamientos de su entrenador
y éste tampoco debe responderles en rueda de prensa. La privacidad de un
vestuario es el lugar idóneo para buscar soluciones mucho más discretas. El
fuego cruzado no es la mejor manera de solventar unos resultados que atañen a
todos los integrantes de la plantilla.
En cualquier
caso cada semana hay un examen que otorga y quita razones. Y este partido se
volvió a suspender con letras mayúsculas. Miquel Soler vistió a su equipo
colocando un eje defensivo formado por Gulan y Truyols como centrales. Sólo
duró hasta la expulsión.
Para disputar
el esférico, en el centro del campo, el perfil escogido fue de músculo. Yuste
mezcló con Joao hasta que se colocó de central. Jugar con diez condicionó pero
no es excusa para explicar una media hora, durante los primeros cuarenta y
cinco minutos, francamente deplorable. Los mallorquines retrasaron su posición
sobre el terreno de juego y, simplemente, no defendieron. Se dejaron llevar
hasta el infinito y persiguieron sombras sin ejercer una mínima presión decente.
El Lugo jugó
con cartas vistas. No sorprendió en nada. El equipo de Quique Setién es
conservación del balón, en el centro del campo, con cambios de ritmo en el
juego exterior. Y así se movió. Carlos Pita ejerció de lugarteniente en la sala
de máquinas con la ayuda inquebrantable de un Seoane que sentó cátedra de medio
centro. Iriome puso todo el desequilibrio posible sobre el flanco derecho y
durante la segunda parte la dinámica fue para David Ferreiro.
El Mallorca
siguió empecinado en jugar mal, defender peor y mostrar una actitud totalmente
reprochable. Apatía y un fútbol carente de cualquier mención destacable. Ahora
mismo se ha entrado en una espiral altamente peligrosa. La Liga no ha terminado
y empezar a mostrar mucha
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