La Liga es
una competición larga y, sobre todo, justa. Al final de cada temporada todos
los equipos terminan luchando por aquello que merecen. Para este partido, ambos
contendientes, se presentaron a El Molinón con objetivos y juego muy dispar. El
talento ofensivo, a priori, podía
contabilizarse como similar pero en el trabajo defensivo la distancia ha
sido, durante toda la temporada, sideral.
El resultado final no se ajustó al
juego desplegado por ambas escuadras. Los asturianos se merecieron más goles y una
victoria más amplia. Durante la primera parte la sensación fue de
aplastamiento. La superioridad, durante demasiados minutos, llegó a ser
insultante.
Miquel Soler
tuvo que buscar alternativa a las bajas de Pereira, Yuste y Xisco. Decidió
apostar por Bustos y Joao en el centro del campo con Marco y Ros en el juego
exterior. Fofo y Joselu debían cerrar contraataques. No funcionó. El Mallorca
fue sometido por acoso y derribo. Simplemente no hubo opción de empate. Los
futbolistas contrarios pusieron una intensidad mayor, reconocida por el propio
entrenador en la rueda de prensa, en todos los duelos individuales.
Los
asturianos basan su porcentaje de éxito en su cuadrado mágico. Los dos
centrales con un doble pivote generoso en la tareas de presión, tanto en
despliegue como en repliegue, consiguen bastante eficacia defensiva. Pitu
Abelardo desplazó a Luis Hernández al lateral derecho cerrando su eje con
Bernardo y Jorge Mere. Y estuvieron tan herméticos como poco expuestos. Lanzaron oleadas de ataques que superaron,
desencajando tácticamente, a los mallorquines.
Los saques de
banda son la jugada de estrategia preferida del Sporting. Dos futbolistas que
dominan el saque largo, con dos posibilidades más a la prolongación y tres
remates escalonados debían ser una amenaza segura. No las necesitaron. Su juego
fue suficiente para tumbar a un Mallorca demasiado plano, previsible y
conservador.
Los
futbolistas del Pitu Abelardo dieron una lección de cátedra de fútbol. Fueron
los protagonistas absolutos. Durante la primera parte fueron ataques bien
trenzados y ejecutados. Ya en la segunda fueron contraataques desde una
posición más retrasada. El Sporting sometió al Mallorca en todo momento siendo
el único equipo que mereció la victoria.
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