11 mayo 2015

VENCIDOS POR EL TALENTO



Asumir que el rival es mejor no significa izar la bandera blanca. Todo lo contrario. Igualar el talento con esfuerzo requiere implicación defensiva y aquí los mallorquines han tenido, durante demasiados partidos y reconocido por ellos mismos, su talón de Aquiles. Esta vez no fue ni un problema defensivo ni de implicación.
El Mallorca tuvo intensidad pero no encontró el control. En la estrategia de partido el Betis estuvo mucho más hábil. Los mallorquines tuvieron algo de posesión pero el protagonismo, de cara a la portería adversaria, fue para el equipo andaluz. 
Miquel Soler dispuso su once sobre el terreno de juego colocando a Bustos, Yuste y Ros trabajando en la medular y dando salida a Marco Asensio. Y éste último fue el mejor. Se preveía trabajo extra para la línea defensiva roja. Fue así. Los cuatro de atrás tuvieron muchos problemas, sobre todo durante los primeros cuarenta y cinco minutos, para contener los contraataques de un contrario superlativo.
Elegir adecuadamente la zona de presión debía ser la opción. Adelantarla, o retrasarla, en exceso hubiera sido un grave error de concepto. Meter balones sobre el despliegue de los laterales, en el momento justo, fue una posibilidad que no se utilizó. No hubo opción porque la elección por la posesión dinamitó tal acción. Solo Marco Asensio cogió la bandera de la amenaza ofensiva. Sus jugadas, junto con alguna de Xisco, fueron la posibilidad roja. 
Por su parte Pepe Mel ha conseguido destrozar el mito de que en Segunda División es imposible ser protagonista con el balón y, a la vez, eficaz. Los andaluces juegan bien al fútbol y, además, ganan. El Betis puso sobre el verde lo mejor pero también buscó algo de protección. Xavi Torres con N'Diaye blindaron el eje del centro del campo e impusieron ley táctica. 
En la amenaza Rubén Castro mezcló con Jorge Molina. El canario siempre peligroso, es todos sus movimientos de apoyo en fase final de ataque, no fue neutralizado.  Fue un demonio que sembró miedo, desconcierto y gol. 
También es justo reconocer que el Mallorca tuvo alguna opción de empate. Su rival se equivocó y cayó en un estrés competitivo que le hizo dudar. En los instantes finales de partido los mallorquines hubieran podido empatar aunque conviene no olvidar que su único gol fue conseguido en claro fuera de juego. 

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