01 febrero 2016

LO IMPORTANTE VUELVE A SER EL FÚTBOL



Por fin las cosas se están haciendo por el cauce correcto. Se han fichado jugadores de Segunda para jugar en Segunda y, además, se ha marcado el objetivo a corto plazo. Partido a partido. Nada más. Sin estridencias ni vendiendo humo maloliente. 
Ahora bien, conviene tener presente que el tiempo no se puede comprar y las jornadas siguen cayendo de forma inexorable. El Toralín siempre tiene un punto de dificultad y conquistarlo no podía ser, en ningún caso, tarea sencilla. No lo fue. Desde el pitido inicial el Mallorca tuvo que ponerse el mono de trabajo e interpretar una batalla muy complicada. 

La Ponferradina se presentó como un equipo moralmente tocado. Antes de empezar a jugar debía asumir el peso de un punto de dieciocho posibles y la despedida de su mito particular. Yuri ya es historia pasada en Ponferrada. Un plan adecuado, para el Mallorca, podía ser toquetear la ansiedad de su adversario. 

Para ello Fernando Vázquez superó la baja de Yuste con Damià y Sissoko en el centro del campo. Tuvieron un trabajo de enroque con muy pocos espacios. Se sacrificaron por el bien de todo el colectivo. Ambos vieron tarjeta y tuvieron mucha culpa del éxito final. En el centro del campo se buscó la solidaridad defensiva para, justo después, buscar velocidad en las acciones de ataque o contraataque
Lago Junior tuvo su espacio y se movió tanto en banda derecha como en línea de referencia. Estuvo realmente peligroso jugando de delantero. Su velocidad es una amenaza que debe aprovecharse en su totalidad. Por su parte Ortuño también demostró su condición de delantero que conoce todos los códigos de la Segunda División. Creó peligro y además marcó con la ayuda de un defensa. 

La estrategia era punto punto débil a explotar. Y así se hizo. Un doble larguero fue testigo de la falta de intensidad a balón parado de la Ponferredina. Después llegó un gol de penalti, absolutamente indiscutible, y otro de córner. El Mallorca dio un doble zarpazo y se llevó los tres puntos con total justicia. 
Fernando Vázquez empieza a tener herramientas para desarrollar su intención de juego. La velocidad para el contraataque ya no es un quimera, es una realidad. Ahora toca terminar de ensamblar la idea de juego y seguir sumando de tres en tres. 

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