Por fin las cosas se están haciendo por el cauce
correcto. Se han fichado jugadores de Segunda para jugar en Segunda y, además,
se ha marcado el objetivo a corto plazo. Partido a partido. Nada más. Sin
estridencias ni vendiendo humo maloliente.
Ahora bien, conviene tener presente que el tiempo no se
puede comprar y las jornadas siguen cayendo de forma inexorable. El Toralín
siempre tiene un punto de dificultad y conquistarlo no podía ser, en ningún
caso, tarea sencilla. No lo fue. Desde el pitido inicial el Mallorca tuvo que
ponerse el mono de trabajo e interpretar una batalla muy complicada. La Ponferradina se presentó como un equipo moralmente tocado. Antes de empezar a jugar debía asumir el peso de un punto de dieciocho posibles y la despedida de su mito particular. Yuri ya es historia pasada en Ponferrada. Un plan adecuado, para el Mallorca, podía ser toquetear la ansiedad de su adversario.
Para ello Fernando Vázquez superó la baja de Yuste con
Damià y Sissoko en el centro del campo. Tuvieron un trabajo de enroque con muy
pocos espacios. Se sacrificaron por el bien de todo el colectivo. Ambos vieron
tarjeta y tuvieron mucha culpa del éxito final. En el centro del campo se buscó
la solidaridad defensiva para, justo después, buscar velocidad en las acciones
de ataque o contraataque
Lago Junior tuvo su espacio y se movió tanto en banda
derecha como en línea de referencia. Estuvo realmente peligroso jugando de
delantero. Su velocidad es una amenaza que debe aprovecharse en su totalidad.
Por su parte Ortuño también demostró su condición de delantero que conoce todos
los códigos de la Segunda División. Creó peligro y además marcó con la ayuda de
un defensa.
La estrategia era punto punto débil a explotar. Y así se
hizo. Un doble larguero fue testigo de la falta de intensidad a balón parado de
la Ponferredina. Después llegó un gol de penalti, absolutamente indiscutible, y
otro de córner. El Mallorca dio un doble zarpazo y se llevó los tres puntos con
total justicia.
Fernando Vázquez empieza a tener herramientas para
desarrollar su intención de juego. La velocidad para el contraataque ya no es
un quimera, es una realidad. Ahora toca terminar de ensamblar la idea de juego
y seguir sumando de tres en tres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario