29 febrero 2016

UNA VEZ FUI PROPIETARIO


En muchas ocasiones uno no elige cuál será su equipo de fútbol. Esa decisión puede convertirse en toda una sentencia familiar. Fue mi caso. Ir al fútbol en familia formó parte de mis inicios. Y ahora, cuando algunos ya faltan, es totalmente imposible desvincular recuerdos y pasión por el balón.  
Un partido entre el Mallorca y el Margaritense, de Tercera División, sirvió para inocularme el virus de unos colores y un equipo. El recibimiento del rival, con ramos de margaritas vertidas en la portería del Lluís Sitjar, y los vítores de ánimo quedaron impresos, para siempre, en la memoria de un niño.
Después de aquello fue totalmente imposible no seguir el día a día de un equipo lleno alegrías pero también de grandes tristezas. Curiosamente son dos derrotas las que recuerdo con mayor fervor y emoción. Aquellas dos finales de Copa ante dos trasatlánticos, At. Madrid y Barcelona, perdidas de una manera tan cruel como imposible de olvidar.  
Es totalmente inevitable no recordar aquella conversión de Club Deportivo a Sociedad Anónima Deportiva. Aquellos tres mil mallorquinistas de cuna, entre los que yo estaba, acudimos al rescate y a la compra de acciones. Sí, queríamos ser propietarios.  Ahora aquellos viejos títulos de propiedad son un recuerdo más. 

El Real Mallorca se ha convertido un club longevo y lleno de historia gracias a la persistencia de su afición. Un equipo de fútbol termina siendo aquello que su masa social le permite y este club jamás fue abandonado por sus seguidores. En los momentos de mayor dificultad los rescoldos, más o menos numerosos, siempre han mantenido con vida un fuego que nunca se apagó.
El Mallorca representa la institución deportiva más importante de nuestra Comunidad Autónoma. Nadie duda de ello. Las cotas de éxito han sido muy importantes pero en los valles de fracaso el Club nunca se quedó totalmente solo.
Cien años dan para mucho y citar o evaluar a los personajes puede acarrear cierta injusticia. Es demasiado sencillo obviar a aquellos presidentes, entrenadores, jugadores o directivos que por razones evidentes es imposible conocer en primera persona. 
Es muy difícil tener atracción por el deporte rey y no sentir aprecio o estima hacia unos u otros colores. El fútbol es un negocio que se sigue manteniendo gracias a los sentimientos y a la pasión. El Real Mallorca SAD jamás debe olvidarlo. 

 

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