21 febrero 2016

TROPIEZO Y REACCIÓN PARA EMPATAR


Dos derrotas consecutivas debían servir como acicate de mejora. Así de fácil. El Mallorca necesitaba sumar tres puntos por pura necesidad de supervivencia. No se consiguió y además se enseñaron, durante los primeros cuarenta y cinco minutos, todas las vergüenzas. Se rozó él ridículo y se salvó gracias, sobre todo, a la mejoría en actitud. El rival, como todos en Segunda División, se presentó con su típica fortaleza y su acentuada debilidad.  
El Nàstic jugó en Son Moix con una propuesta inicial llena de ambición. Vicente Moreno apostó por el buen criterio de Aburjania y la técnica de Sergio Tejera. Jugaron la primera parte favorecidos por la falta de criterio en el juego defensivo de los mallorquines. El adversario tuvo todo el tiempo y el espacio para brillar y sentenciar. Se fue al descanso con un cero a dos justo y apropiado al juego tirado por ambos equipos. 
Aprovechar el juego exterior, además de alguna laguna a balón parado, debía ser una de las armas para tumbar al conjunto entrenado por Vicente Moreno. La obsesión del Nàstic por fortalecer el juego interior le otorga, en algunas circunstancias, cierta vulnerabilidad en los flancos. Aquí el Mallorca debía hacer sangre y apostar a ganador.

Brandon y Pol Roigé podían y debían minar al adversario. Empezaron siendo víctimas de ellos mismos y del propio equipo. El número once falló un penalti y se desquitó marcando el gol que dio un empate sufrido y lleno de alternancia. 

Lago Junior empezó jugando de delantero para ubicarse sobre el perfil derecho. Puede jugar en las dos posiciones pero no debe hacerlo demasiado alejado de la posibilidad de contraataque. Su velocidad debe ser el aval. 
Fernando Vázquez recuperó a Yuste para el centro del campo y colocó a Damià de lugarteniente. La inferioridad numérica de la medular se salvó gracias a la expulsión, de un adversario, y a una mejor interpretación del juego que solo llegó en la segunda parte. 
Los jugadores mejoraron su actitud y el entrenador movió todas las fichas. Cambió el sistema de juego y buscó la amplitud con profundidad. Arriesgó claramente en su toma de decisiones y al menos se compitió de forma correcta. Es imprescindible que el Mallorca revise, sobre todo, su primera media hora de juego para que no se vuelva a repetir jamás. Competir de forma correcta es una obligación. 

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