Tocaba jugar sin red y sumar victoria. Los futbolistas del Mallorca se han ganado a pulso este final agónico de competición. Asumir presión y, al menos, dar la cara para salvar los muebles en esta temporada tan funesta era obligación. Se hizo y, además, fue con absoluta justicia.
Las decisiones del entrenador tenían que llegar
acompañadas de intensidad por los verdaderos protagonistas del fútbol. Los
futbolistas estaban obligados a dar un paso al frente y demostrar, con hechos,
su implicación. Pero la actitud también se demuestra con concentración y
presteza táctica. No por correr más se hace mejor. Esta vez hubo concentración,
diligencia y una eficacia final que fue justa.
Fernando Vázquez fue con Sissoko y Damià sobre la
medular. Durante muchos minutos, sobre todo en la segunda parte, fueron
superiores a sus rivales. Yuste volvió a la línea de cobertura y allí tuvo
fortaleza con Aveldaño. Además Wellenreuther estuvo diligente haciendo
coberturas protegiendo así sus espaldas.
El Tenerife es un conjunto con poso de Segunda División.
Solo una derrota, en los últimos doce partidos, mostraban la dificultad que
debía encarar el Mallorca. Acertar y machacar la fragilidad del adversario
debía ser determinante.
Dos puntos débiles muy visibles y aprovechables. Uno
fue falta de velocidad en el eje de la zaga y el otro la posibilidad de pérdida
de balones en la medular. El Mallorca forzó, con buen trabajo defensivo,
errores del contrario y tuvo algunas buenas opciones después de la
recuperación.
La posibilidad de martillear la posición de Germán
Sánchez podía abrir la puerta del gol. La falta de aceleración, sobre su perfil
derecho, debía explotarse por los delanteros locales. Pero los desmarques de
ruptura, sincronizados con pases al espacio, no fueron demasiado abundantes.
Pereira tuvo más presencia de media punta que de referencia y cuajó un partido
discreto.
Lago Junior jugó encajonado sobre la banda derecha. Tuvo
que medir su velocidad con un lateral zurdo rápido como Saúl y prácticamente no
pudo vencerle en sus duelos individuales.
Ortuño volvió a brillar con luz propia. El número nueve
volvió a liderar la línea de vanguardia y marcó un gol que lo define como
delantero. Esta victoria acerca una permanencia que todavía no está cerrada.
Toca seguir remando.
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