El Mallorca saltó sobre el césped del Carlos Belmonte con
una actitud demasiado laxa. Más que jugar una final jugó el primer partido de
unos dieciseisavos de final. Y eso se notó y se pagó con derrota.
El equipo de Cesar Ferrando se presentó al partido contra
las cuerdas y sin margen para la especulación. Sobre su horizonte solo valía
ganar. El Mallorca debía mentalizarse para exactamente lo mismo. Cero en
especulación y cien por cien en implicación e intensidad inicial. Agravar la
debilidad mental del contrario y meterlo en problemas desde el inicio del
encuentro era fundamental. No fue así y solo se tuvo, en ciertas fases del
partido, posesión inútil e ineficaz.
El Albacete ha demostrado, durante toda la temporada,
verdaderos problemas defensivos desde todos los ángulos de juego. Los cincuenta
y tres goles encajados no han sido una casualidad y el Mallorca estaba obligado
en incidir directamente sobre la herida.
La falta de velocidad de Córcoles en el
flanco derecho y la poca consistencia sobre la espalda de Paredes y Adri Gómez
eran un punto débil a explotar. Ortuño estuvo apagado y Óscar Díaz no incomodó
la línea defensiva del adversario. La ruptura al espacio brilló por su
ausencia. En el juego exterior el desequilibrio debía imperar. Lago
Junior, cuando saltó al terreno de juego, lo hizo demasiado alejado del área.
Se marcó él solo y no creo peligro.
Cualquier equipo de fútbol, por débil que sea, puede
sembrar amenaza. El Albacete ya demostró, contra Osasuna y Córdoba, que es
capaz de intimidar y ganar. La estrategia y el contraataque le dieron rédito en
estos dos partidos y el Mallorca, en ningún caso, podía menospreciar al rival.
Ortíz, masticando la jugada, y Portu con su típica dinámica de transición
rápida eran el mejor aval contrario.
Y allí Fernando Vázquez colocó a Yuste con
Sissoko. Y entre ambos no pudieron sujetar una de las pocas amenazas del contrario. La sensación de peligro del
número once fue intermitente pero real.
El Mallorca jugó contra el Albacete pensando más en sumar
que en ganar. La competición no deja más margen. Ahora es el momento de
conseguir victorias. Eso, o sufrir hasta el último segundo de campeonato. ¿Dará
el Mallorca el salto de intensidad que se necesita?
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