22 noviembre 2010

EL TRIÁNGULO MÁGICO


El Mallorca certificó un gran partido tanto en el aspecto estratégico como en el desarrollo del mismo. El plan de Michael Laudrup destruyó la ansiedad de un Sevilla que sólo rectificó su error táctico en el minuto ochenta de partido. Curiosamente la victoria llegó justo en el instante en que el contrario fue menos vulnerable.
El partido se inició con un Mallorca acomodado sobre un doble pivote de contención, Martí y Joao, que junto con De Guzmán acabaron formando un triángulo que se adueñó casi por completo de todo el juego del centro del campo. Las posiciones de banda quedaron cubiertas por Pereira y Castro siendo protegidos por Ayoze y Cendrós en los laterales.
Pero todo este posicionamiento debía refrendarse con las evoluciones sobre el terreno de juego. Y así fue. De Guzmán manejó con mucho criterio su posición. Se sacrificó en el juego defensivo ayudando al doble pivote y creció exponencialmente en casi todas las jugadas de ataque. Su visión otorgó mucho equilibrio en defensa y mucha presencia en ataque. El número veinte del Mallorca acabó siendo el jugador más importante del partido.
Por su parte el Sevilla cometió durante demasiado tiempo un grave error que los rojillos supieron aprovechar. Gregorio Manzano colocó sobre la medular a Renato junto a Cigarini, puso el desequilibrio de Perotti y Alfaro en las bandas y habilitó a dos delanteros de auténtico lujo. Sólo la presencia de Kanouté y Negredo es más que suficiente para intimidar a cualquier defensa del campeonato. Pero en este deporte la táctica tiene una importancia capital y en este aspecto el Mallorca fue claramente superior. Todo el potencial que el Sevilla acumuló por delante del balón quedó completamente anulado gracias a la superioridad numérica en el centro del campo. Los mallorquines, además de contar con un jugador más, hicieron efectivo su posicionamiento siempre que el balón circuló por la medular. Juntar a Kanouté con Renato tampoco ayudó a romper la hegemonía roja en la zona ancha del terreno de juego.
Ya contra cuerdas el técnico de Bailén rectificó retirando del terreno de juego a Luna, colocando a Dabo y Konko en los laterales y apuntalando el centro del campo con Romaric. Con esta decisión y a falta de diez minutos para el final el partido se volteó y el Sevilla generó sus mejores ocasiones de gol.
Pero en esta ocasión el fútbol regaló una última ocasión al gladiador Webó. El camerunés tiró de sacrificio durante todo el partido. Aislado y desconectado supo seguir trabajando para que su equipo se aprovechara de una acción definitiva. Su remate de cabeza fue perfecto y letal. Con este segundo gol y con la experiencia de Zaragoza el Mallorca se defendió hasta que Mateu Lahoz pitó el final del encuentro.

2 comentarios:

Bortibort dijo...

Excelente análisis.

Se agradece el sacrificio defensivo de De Guzmán, que, sobre todo en las segundas partes, tiene a desconectarse de las tareas defensivas.

Además, acertadísima la entrada de Cendrós en detrimento de Ratinho, pues Perotti fue el único jugador que trajo peligro en la primera mitad y liberó a Nunes de una carga de trabajo importante.

Y a pesar de no contar con apenas ocasiones, fue el partido en que Webó hizo sufrir más a la defensa contraria con los balones largos. Muy parecido a lo que hizo el Espanyol en Son Moix con Callejón.

Tolo Ramon dijo...

El fútbol necesita de gladiadores como Webó