29 noviembre 2010

WEBÓ Y CASTRO, SOCIEDAD LETAL


Este partido ante el Málaga estuvo lleno de matices tácticos y de alternancias en el juego. Los dos equipos buscaron la victoria pero lo hicieron de manera diferente y acabaron siendo víctimas del acierto de cara a la portería adversaria.
Inicialmente Michael Laudrup vistió a su equipo con dos delanteros. La movilidad de Webó debía complementarse con la profundidad de N’Sué pero éstos se taparon los desmarques en demasiadas ocasiones. Al jugar con una dupla atacante el centro del campo quedó menos poblado quedando Martí y De Guzmán como responsables de la medular. Castro y Pereira se repartieron el juego exterior con Kevin y Cendrós en los laterales.
Manuel Pellegrini lanzó una propuesta menos conservadora de lo esperado. Formó con un 1-4-4-2 dejando a Recio por delante de Iván González. Las alas fueron ocupadas por Jesús Gámez y Manu Torres puesto que tanto Eliseu como Duda se movieron hacia dentro para así facilitar el control del esférico en la medular.
Con los dos equipos formando casi con el mismo sistema de juego faltaba ver si la ocupación del campo sería el eje que decidiría el partido. Fue así. El Málaga tiró de repliegues, movimientos de presión sincronizados y salidas con contraataques veloces. Pero además la posición y movilidad del uruguayo Sebas Fernández, a la espalda de Pep Lluís Martí, facilitó las evoluciones de un Recio que creció durante toda la primera parte. Los andaluces fueron superiores tanto en el juego como en las áreas llegando a disfrutar de alguna clara ocasión de gol.
Pero el fútbol es un deporte dinámico y cualquier decisión puede afectar al rendimiento y al juego. Y exactamente eso fue lo que pasó. Con el partido ligeramente puesto cuesta arriba un simple cambio de posicionamiento ayudó a desencallar un encuentro que parecía descarrilado.
N’Sué se fue a la banda y Gonzalo Castro se asoció con Webó. A partir de este instante todo cambio. El entendimiento, la asociación y la intimidación de ambos jugadores sirvieron para destrozar a la pareja de centrales contrarios.
El camerunés volvió a brillar con luz propia metiendo un gol y regalando una asistencia casi definitiva. Las dos acciones eléctricas que protagonizaron estos dos jugadores ayudaron a voltear el control del partido de una manera irreversible.
A partir de este instante Pellegrini intentó modificar su trayectoria introduciendo más talento en la zona ancha del terreno de juego. Fernando ocupó el eje, Portillo la banda y Quincy amenazó el ataque. Todo fue en vano porque Michael Laudrup, ya con los dos goles de vantaja, cerró la medular colocando su triángulo preferido. Martí, Joao y De Guzmán trabajaron para no tener muchas más complicaciones. Aún así éstas llegaron y Aouate tuvo tiempo de detener una pena máxima y un uno contra uno demostrando su importancia dentro de este equipo.

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