Era obligación y se cumplió. Hubo acierto, trabajo y eficacia. El Mallorca, por fin, supo jugar un partido con la autoridad suficiente y demostrar su superioridad. Hubo momentos, de repliegue intensivo, pero ejecutados con la eficacia deseada. Si se amenaza a la contra, defender muy atrás y con diez, no significa debilidad. Todo depende del despliegue y aquí el Mallorca estuvo diligente.
José Luis Oltra
decidió y cambió algunas cosas. Cadamuro se vistió de rojo para colocarse de
central. El argelino no se complicó la vida y brilló. Su punta de velocidad es
un regalo para el eje de la zaga que ahora tendrá una alternativa más. Bigas se
juntó con Thomas en la medular quedando bandas sobre Alex y N'Sue. En
vanguardia Alfaro, se vistió de media punta, con la referencia de Gerard
amenazando constantemente a la defensa contraria. El número nueve, además de
participar en los tres primeros goles, estuvo muy dinámico e incisivo. Jugando
así su titularidad parece imposible de romper. Su posición fue altamente
combustible para Kiko Olivas y Martí Crespí que se sintieron amenazados y, en
algunas ocasiones, perdieron orientación de marca.
Por su parte
Miquel Olmo también tocó su alineación. Longás y Llorente fueron por dentro,
muy pendientes de defender, ayudados por un Arteaga perfilado más en banda.
Sólo alguna salida de Collantes y la
bajada de atención, después del tercer gol mallorquín, pusieron una ligera
incertidumbre en el control del partido.
El Mallorca
supo jugar sus bazas en todo momento. Con la lesión de Ximo, Víctor se movió a
la media punta, N'Sue cerró el lateral y Alfaro quedó escorado. Después de la
expulsión el repliegue fue intensivo pero nunca se renunció al contraataque y
el Sabadell terminó hincando la rodilla. Con este resultado los rojos se quedan
a tres puntos del líder y deben seguir
avanzado por este camino de mucho trabajo y buen juego.
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