05 enero 2014

UN PUNTO CON IRREGULARIDAD EN EL JUEGO


El Mallorca inicia el nuevo año con las mismas sensaciones con las que terminó. Dudas, irregularidad y juego poco convincente. Las jornadas siguen pasando y no se mejora con la intensidad necesaria. Y si se pretende el cambio de tendencia es imprescindible empezar ya. Un partido cualquiera del Mallorca es tan irregular como la propia competición en sí misma. Durante el juego es casi imposible un rodaje de juego eficaz y las jornadas ya empiezan a enseñar una realidad preocupante. Los rojos son alarmantemente irregulares y no parecen encontrar el camino correcto. Lo mejor es que el partido no se perdió y al menos se rescató un punto que sirve para no perder de vista las posiciones play off. 
Inicialmente José Luis Oltra adoptó una postura intermedia. Buscó llegada pero con protección. Geijo, para intimidar a centrales, sumando los movimientos de Alfaro en línea de vanguardia. Por fuera jugaron N'Sue y Alex Moreno estando muy pendientes de defender y algo limitados a la hora de atacar. Sus llegadas fueron escasas y demasiado previsibles. Thomas se juntó con Alex Vallejo para intentar dominar la medular. Sólo lo consiguieron a ratos. Un astuto Valerón, que tuvo mucha dinámica, consiguió encontrar porosidad en la medular. 

Sergio Lobera fue a la guerra con todo. Colocó a Apoño dentro de la zona de equilibrio, con Vicente llevando la batuta en la elaboración, y llenó la zona de llegada. Masoud y Nauzet repuntaron su posición ampliando el frente del ataque y Valerón se encargó de hacer efectiva la intención de su entrenador.  La Unión Deportiva Las Palmas, durante toda la temporada, ha enseñado su estilo a la hora de ganar el juego exterior. Y, por supuesto, volvió a repetir. 

Dentro de lo positivo cabe destacar la remontada, tras ir perdiendo por dos goles de diferencia, pero conviene no olvidar lo que aconteció después del empate. Los mallorquines se replegaron hasta el infinito teniendo miedo a perder el poco premio que supone un empate. El Mallorca tiene que asumir que la jerarquía en el juego se gana minuto a minuto y dentro del campo. 

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