La
institución navega sin rumbo estable y con agujeros en la línea de flotación.
La guerra instalada en la zona noble puede afectar a la toma de decisiones
deportivas, altas y bajas de futbolistas, y todos sus integrantes están más
pendientes de su posición que de la entidad en sí misma. Pero el fútbol es más
poderoso que cualquier accionista y ahora el equipo, de una vez por todas,
puede meter la nariz entre los mejores y buscar el asalto a las dos primeras
posiciones.
El Mallorca,
después de veinte jornadas de Liga, no ha encontrado la manera de rendir con
eficacia y solvencia. La competición es exigente, muy igualada y con ciertas
carencias de rendimiento. Todos tienen problemas para demostrar jerarquía y la
irregularidad ya es tónica habitual. Pero los rojos están obligados y dar pasos
firmes es muy necesario. Ahora llega a Son Moix un rival con el que se está
empatado a puntos. El Córdoba es el tercer peor equipo de la categoría como
visitante. Sólo seis puntos de treinta posibles demuestran su endeblez. Lejos
de la protección del Nuevo Arcángel sólo han conquistado una victoria, en el
campo del Deportivo, y tres empates.
Lo lógica es
pensar que Pablo Villanueva utilice una versión conservadora. Tres por dentro,
para intentar trabar la zona de elaboración, además de la ayuda solidaria de
Pedro y López Silva. Y es el número diecinueve uno de los mejores avales
ofensivos. De hecho el Córdoba nota en exceso su dependencia y, cuando se
desgasta en exceso en defensa, obliga a su ariete a trabajar lejos de su
hábitat natural. Xisco Jiménez lleva catorce goles en veintinueve partidos y
es, sin duda, la gran amenaza cordobesa. Sus movimientos en ruptura pueden ser
combustibles para los centrales rojos y evitar que se sienta cómodo, en las
posiciones más centradas, puede ser una de las claves de la eficacia defensiva.
Cada vez que el delantero mallorquín cae a banda pierde eficacia y
peligrosidad.
Curiosamente
medirán sus fuerzas los dos equipos con más tarjetas amarillas del campeonato.
Ciento cuarenta y dos amonestaciones, entre ambos, que no deberían ser preludio
de un partido tosco o excesivamente duro.
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