10 febrero 2014

DON ERRE QUE ERRE


La primera media hora de partido rozó el ridículo y tocó el esperpento. El Alcorcón simplemente borró del terreno de juego a su rival aplastándolo y arrinconándolo. Sólo un penalti de Babin, escandalosamente no señalado por el árbitro, y una tímida llegada de Alex Moreno no pueden salvar una primera parte para anotar y recordar. El Mallorca no podía eludir su responsabilidad y lo hizo a medias. Tocaba medir fuerzas contra un rival limitado pero con algunos aspectos que podían jugar en contra. Entrenador nuevo, campo limitado y condiciones meteorológicas adversas fueron suficientes para igualar a un Mallorca demasiado débil. Los mallorquines siguen erráticos y, aunque es justo reconocer que mejoraron en la segunda parte, conquistaron un punto que debe considerarse como demasiado escaso. Los empates, viniendo de derrotas, son insuficientes para un equipo que tiene como objetivo el campeonato. 
José Luis Oltra se vistió con su traje nuevo y volvió a obtener un resultado pobre. Los cambios empezaron en línea de retaguardia. Ximo se fue al eje para cerrarlo con Bigas. Antonio López y N'Sue se vistieron de laterales. Y se apostó por un trivote en la medular. Generelo, Iriney y Thomas intentaron poner tiza en la medular pero no consiguieron hacerse con el control absoluto del partido. Alfaro quedó más escorado y algo desaparecido y Gerard no marcó diferencias.  

Por su parte Bordalás lógicamente no pudo tocar las características de sus futbolistas y fue a la batalla con lo puesto. Tiró de ilusión, esfuerzo y entereza defensiva. Y fue suficiente. Babin con Verdés en el eje se bastaron para cerrar una defensa que no mostró muchas fisuras. El Alcorcón fue velocidad arriba y poca cosa más. Jugar bastantes minutos con un futbolista menos no le pasó factura. Aguantó y ganó su punto. 
El Mallorca tiene un problema de juego y esconderlo no lo arreglará. Seguir por este camino no dará el ascenso directo y realmente se ponen en peligro hasta las posiciones de play off. El tiempo ya juega en contra de los mallorquines que tienen que asumir su falta de contundencia. No hay mejoría y sólo cabe confiar en un cambio de tendencia que hasta ahora no se ha producido. 

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