En fútbol cualquier estrategia,
de ataque o defensa, es lícita de ser empleada. Mientras unos optaron por
organizarse a través del balón, los otros lo hicieron a través del campo.
Joaquín Caparrós dispuso una
línea de cuatro zagueros cerrando su pasillo interior con Nunes y Geromel. Por
delante Pina y Martí debían fortalecer el eje y asegurar una buena posición
defensiva. Tuvieron algún problema pero supieron encontrar
la solución. Sobre el juego exterior Luna y Arizmendi fueron los elegidos y,
también, encontraron errores que ayudaron a limitar el juego ofensivo del
rival. La desconexión con los dos delanteros no fue condena ya que Giovani se
erigió como uno de los mejores del partido. El mejicano tuvo temple, velocidad
y llegada con verticalidad. Víctor no desentonó y firmó una dupla que puede
tener mucho futuro.
Miroslav Djukic no defraudó y
fue al partido con su habitual valentía posicional. Dos laterales de largo
recorrido con buena incorporación, Rukavina más Balenziaga, con una pareja de
centrales atrevida en sus movimientos hacia delante le otorgaron cierta ventaja
en ataque con algo de vulnerabilidad defensiva.
Ebert fue la clara amenaza
pucelana. Sus movimientos por banda, tirando diagonales, favorecieron las
subidas de Rukavina y provocaron mucho estrés posicional para Bigas. El alemán
fue el mejor de todos los futbolistas del encuentro y terminó por convertirse
en la pieza que decantó la balanza de la victoria. Además se vio claramente favorecido por la eliminación de Luna y la falta de presión, sobre su posición, de Pereira.
En definitiva el Mallorca firmó
un partido merecedor de un resultado mejor para
terminar condenado por la excelencia de un contrario que se mantuvo fiel
a su estilo. Los dos equipos jugaron de forma más que correcta y el talento de
Ebert fue el as que tumbó el partido del lado vallisoletano.
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