El Mallorca metió una presión alta,
valiente y sincronizada pero tuvo condena en su línea de retaguardia. Además
los rojos tuvieron que asumir un gol en contra y sólo supieron reaccionar a
medias. El Rayo jugó jerárquico, apostando a ganador, llegando a enviar hasta
tres balones al palo.
Gregorio
Manzano anunció, con más de veinticuatro hora de antelación, su línea de
retaguardia y no mintió. Kevin y Hutton en los laterales con Bigas y Geromel en
el eje. La línea de cuatro no funcionó y el Mallorca perdió el control por su
agujero en el eje. Errores evitables hubieran podido arrancar el punto que al
final se consiguió. En el centro del campo se colocaron tres medios centros
para intentar dominar una medular que fue difícil de sujetar. Cada vez que el
balón rodó por la zona ancha del terreno de juego el control fue alterno.
Martí, Pina y Márquez tuvieron que asumir un desgaste extra que no se vio
reflejado en el marcador.
El
Mallorca volvió a evidenciar demasiados problemas defensivos y sólo la fortuna,
junto con un excelso Calatayud, impidió otro gol visitante.
Arreglar
la defensa es prioritario. Producir más fútbol de ataque, en un equipo que
lucha por evitar el descenso, es complicado y mejorar cerca de la portería
propia es más que una necesidad.Todo
el trabajo defensivo del trivote, junto con la calidad de Giovani y Alfaro, se
termina diluyendo por culpa de la porosidad defensiva. Dentro de la carrera por
la permanencia es imprescindible mejorar en defensa o las posibilidades
quedarán realmente menguadas.
Sesenta
y cuatro goles encajados, además de todas las ocasiones que se regalan en casi cada partido, no son una casualidad. Son una tendencia que lleva
al Mallorca hacia la condena.
1 comentario:
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