El fútbol es un deporte vivo que precisa de lectura de partido. Y en pocos minutos pudimos ver como dos estrategas movieron sus fichas para intentar destrozar a su rival. A partir de aquí la carrera por conseguir, o evitar, el gol empezó. El Mallorca se replegó hasta el infinito para ver como el Getafe se desplegaba. Y así hasta que llegó al gol, con rebote incluido, de Diego Castro.
En definitiva hay que resaltar que fue un partido muy condicionado por la expulsión. Ambos conjuntos pasaron de estar igualados a una superioridad numérica que condicionó el control del partido. La estrategia táctica varió y el Getafe resultó vencedor. En ocasiones los árbitros deberían tener un segundo de pausa antes de destrozar un partido de fútbol. Reflexionar sobre el arbitraje de Paradas Romero es necesario. No tuvo el mismo criterio para Ximo que para Pedro León y esto en un colegiado es casi imperdonable.
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