Analizar el partido por encima del resultado y de los errores arbitrales es
tan necesario como imprescindible. El Mallorca tuvo que asumir bajas en
posiciones importantes y lo hizo con orden y cierto control. El juego no fue
brillante y durante demasiados minutos se jugó más en no asumir riesgos que en
intentar ganar. Se pagó y se hizo con una derrota que con justicia tendría que
haber sido un empate. Pero es necesario reconocer que el Mallorca no se mereció
sumar los tres puntos y que tuvo errores propios que le ayudaron en su propia
condena.
Es necesaria una reflexión. El estilo de Joaquín Caparrós se vio muy
comprometido con el resultado adverso. Cuando el Mallorca debe asumir un fútbol
mucho más expuesto los futbolistas manifiestan verdaderas dificultades para
atacar de forma más posicional. Tener un plan B, de ataque, podría ayudar a
salvar puntos en los momentos de mayor dificultad y el Mallorca debería
trabajar en ello.
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