Los dos juegan a lo mismo
pero el resultado está siendo muy diferente. El Levante ya está clasificado
para la siguiente ronda de la Europa League y mira de cerca la zona noble de la
clasificación. Los de Juan Ignacio Martínez sólo han sido capaces de sumar
cuatro puntos de los últimos catorce pero se han ganado, gracias a su casta y
orgullo, el respeto y la admiración de toda la liga.
En fútbol, como en otros
apartados de la vida, dividir esfuerzos supone una mayor dificultad. El Levante
ha tenido que medirse, en un enfrentamiento de alta exigencia, con el Hannover
96. Y, guste o no, la metralla de un partido siempre puede condicionar el
rendimiento del próximo. Los levantinos tuvieron desgaste físico pero también
recompensa emocional. Levantar dos goles de diferencia, en una competición
europea, no está al alcance de cualquiera y los experimentados jugadores del
Levante lo consiguieron. Por tanto es muy probablemente que el esfuerzo físico quede
compensado con el empuje emocional de la remontada.
Antes de que empiece a rodar el balón hay ciertos aspectos que puede darse por garantizados. El Levante es un conjunto curtido en mil batallas. Los zagueros conocen su oficio a la perfección y tirarán de experiencia para nivelar. Ballesteros y David Navarro, normalmente, ponen tiza en las inmediaciones de Munúa. Cierran espacios o los achican, sólo en contadas ocasiones, para fortalecer una línea difícil de superar.
Ya por delante Barkero será la clave en la transición hacia el ataque. Él ejerce la labor de pasador en toda su extensión. Es imposible minimizar su golpeo a balón parado pero sí en todo el juego de posición. Vigilar su ubicación y evitar ese primer pase certero ayudará a lentificar las salidas peligrosas de un equipo que interpreta fantásticamente bien el contraataque.
Antes de que empiece a rodar el balón hay ciertos aspectos que puede darse por garantizados. El Levante es un conjunto curtido en mil batallas. Los zagueros conocen su oficio a la perfección y tirarán de experiencia para nivelar. Ballesteros y David Navarro, normalmente, ponen tiza en las inmediaciones de Munúa. Cierran espacios o los achican, sólo en contadas ocasiones, para fortalecer una línea difícil de superar.
Ya por delante Barkero será la clave en la transición hacia el ataque. Él ejerce la labor de pasador en toda su extensión. Es imposible minimizar su golpeo a balón parado pero sí en todo el juego de posición. Vigilar su ubicación y evitar ese primer pase certero ayudará a lentificar las salidas peligrosas de un equipo que interpreta fantásticamente bien el contraataque.
Pero para dominar este
principio ofensivo es imprescindible arrojar velocidad y sorpresa. Ésta la
podrá un pequeño, pero batallador delantero, que apenas alza 170 centímetros de altura. Obafemi Martins será una amenaza clara,
directa e incisiva que tendrá que ser controlada y sujetada por los centrales
rojos.
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