La insistencia roja tocó, no
el infinito, pero sí una predisposición y unos ataques francamente mejorados.
El análisis táctico debe efectuarse por encima del resultado ya que la mejoría
no debe quedar oculta detrás de la derrota.
Inicialmente
los dos se establecieron de manera muy diferente. El Athletic se organizó con el
balón y el Mallorca desde el propio campo. Pero llegó el gol de Aduriz y todo
cambió. Caparrós inició con Pina y Márquez, en la medular, para dejar las bandas bajo la tutela de Arizmendi y Giovani. Víctor tuvo que moverse entre la medular y la línea de vanguardia para que Hemed encontrara espacio para el lucimiento. Fue un buen partido del israelí al que sólo le faltó el gol. La primera parte fue claramente roja. Presión y recuperación en campo contrario con llegadas que, como mínimo, merecieron la eficacia del gol.
Marcelo Bielsa metió hasta
tres futbolistas, con la ayuda de Muniain y Susaeta, en tareas de presión en la
medular. Centro del campo colapsado pero con talento para la construcción. De
Marcos hizo kilómetros, Ander oxigenó y Mikel San José presentó el equilibrio
convirtiéndose en el segundo mejor jugador de su equipo. Sólo Iraizoz fue mejor
que él.
Es obvio que el Mallorca
mejoró cristalinamente su juego pero también fue preocupante su bajada en la
intensidad final. El equipo de Joaquín
Caparrós ya no puede relajarse ni por cansancio físico ni por desanimo mental.
Simplemente no puede permitírselo. Aquí se debe trabajar más y mejor. Parece
que el equipo ha tomado el camino correcto pero no hay que olvidar que el resultado
terminó siendo el mismo; otra derrota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario