El
Mallorca, jugando un partido plano, hizo más que su rival para ganar. Las
ocasiones más claras fueron para el bando mallorquín y los gallegos tuvieron más
posesión pero sin sensación de peligro. Aún
así; ofrecer más fútbol, con resultados, es una obligación total. Con este
juego se aventura casi imposible alcanzar el objetivo del ascenso directo.
José
Luis Oltra modificó la estrategia de combate y, esta vez, se empató. Los
mallorquines utilizaron el repliegue, en ocasiones intensivo, y se dedicaron a
explotar errores de su adversario. Sí, se fue muy ligeramente superior y el
resultado justo hubiera sido una victoria. El técnico valenciano debía afrontar
el posicionamiento táctico y, sobre todo, las dudas en estrategia. A balón
parado se volvió a apostar por el marcaje zonal y se consiguió máxima eficacia.
Aquí se fue fuerte y contundente. Los mallorquines defendieron bien y mejor que
su rival. Durante la segunda parte se adelantó la línea de presión y se mejoró en
llegada.
Por
su parte Quique Setién vistió a su equipo tal y como se esperaba. Precaución en
su repliegue pero con desparpajo en las salidas hacia la portería defendida por
Miño. La experiencia del equipo gallego estaba fuera de cualquier duda. Hasta
siete futbolistas, en el once titular, superaban los veintinueve años y sólo
uno por debajo de los veinticinco.
Trenzar ataques, hasta el infinito, pero con poca o nula profundidad
ayudaron a la línea de retaguardia mallorquina.
En
definitiva se sumó un punto que abre nuevas posibilidades de juego. Si el
Mallorca apuesta definitivamente por defender y esperar errores tendrá que mejorar en agresividad defensiva y,
sobre todo, en contraataque. La velocidad en todas las acciones, así como la
participación de todos, deberá ser más alta.
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