Ganar, ganar y ganar. Los
entrenadores cobran para eso, para nada más. En el fútbol profesional no
hay más nota que el resultado final. El trabajo, la
destreza táctica o la habilidad psicológica no cuentan ante resultados pobres. Los que
pierden, casi siempre, intentan buscar excusas. Las lesiones, la falta del tiempo, el árbitro, las ocasiones que no entran, la fortuna, etc ... Y es muy lícito hacerlo. En
juego hay mucho dinero y nadie quiere perderlo.
Pero los que miramos los toros
desde la barrera no debemos perder la perspectiva. Jugadores y entrenadores son
los responsables del juego y, por supuesto, de los resultados. Ellos, sólo ellos, deben responder ante la imposibilidad de
alcanzar los objetivos marcados. Nunca hay que olvidar que aceptaron el reto, firmaron sus
correspondientes contratos e iniciaron su andadura sin ninguna obligación externa.
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