PROBLEMAS Y POSIBLES SOLUCIONES
Es obvio que el Mallorca tiene un problema tanto de resultados y como de juego. Ocultarlo es tan absurdo como inútil. Pero antes de buscar la solución es necesario encontrar dónde está el conflicto. ¿Qué le pasa al Mallorca?
Fijar
un objetivo con claridad es vital y los mallorquines han sido confusos en esta
tarea. Todos los años directiva, jugadores y cuerpo técnico han fijado la
permanencia como un fin y, esta temporada, todo ha sido algo más ambiguo.
La
llega de futbolistas de fuste y un inicio de competición casi inmaculado ha
ayudado a no definir, con cristalina claridad, el objetivo de la permanencia. Pero
nunca es tarde si la dicha es buena.
El
primer paso para Mallorca debe ser advertir, con luminiscencia a todo el mundo,
que la salvación tendrá un punto de dificultad más importante de lo esperado.
Salvarse no será tan sencillo como se intuía y todo el mundo debe remar hacia
la misma dirección. Una vez fijado el sostén del entorno es necesario hacer
autocrítica táctica y poner argumentos para resolver los malos resultados. Para
ganar es necesario jugar bien y el Mallorca no lo está haciendo. La llegada de Javi Márquez y el cierre posicional de Nunes son aspectos
casi imprescindibles pero no suficientes. El cambio de jugadores debe ir
acompañado de un giro en el posicionamiento táctico. La fortaleza defensiva se ha perdido y la pegada en contraataque ya no brilla como antes. Los mallorquines acumulan muchos futbolistas por detrás de la línea de balón pero son claramente permeables. Los repliegues han sido tan intensivos que han limitado hasta tal punto la capacidad de salida que han terminado por convertirla en previsible y demasiado individual.
La primera decisión debería ser avanzar la línea de presión pero sin tocar el repliegue. El Mallorca ni puede ni debe jugar en despliegue. La capacidad de sus centrales quedaría al descubierto y resultaría todavía más vulnerable. Pero sí debe meterse dentro de una ocupación más normal y no tan intensiva. Pina tiene un radio de acción adecuado pero su acompañante está limitando la capacidad de presión. Fontás se junto demasiado con los centrales y se pierde consistencia en la medular. Además en un equipo de este perfil los pases en salida deben ser más rápidos y precisos. Devolverlo a la posición de central podría ser la solución.
Pero
sólo defendiendo no se ganan partidos también es necesario presentar batalla en
ataque. Y aquí el Mallorca tiene que ser algo más arrogante. El contraataque
puede y debe ser más generoso en cuanto a número de efectivos. Tres o cuatro
futbolistas, más algún acompañamiento a zona de equilibrio, se hace casi
imprescindible. Dejarlo todo a una acción individual es poca munición para
atacar los sistemas defensivos del adversario.
Y hay
otro aspecto que Joaquín Caparrós tendrá que abordar. ¿Qué hacer con Giovani?
El mejicano tiene un talento incuestionable pero éste debe ponerse al servicio
del colectivo. Acomodarlo, para favorecer su crecimiento, a una posición más escorada podría ser una
buena alternativa de combate. Alterar la posición de Víctor puede significar
pegarse un tiro en el pie. El de Algaida es una excelente primera salida para
el contraataque. La temporización y la asociación con futbolistas, que llegan
ocupando espacios libres, son su punto más fuerte pero pedirle velocidad de
desplazamiento es un imposible.
Joaquín
Caparrós tiene una tarea tan complicada como apasionante. Cambiar la tendencia
del juego y, sobre todo, de los resultados es difícil pero a la vez
estimulante. El fútbol nunca se detiene y el tiempo puede convertirse en aliado
o enemigo.
¿Podrá
el técnico de Utrera doblegar y variar el rumbo que ha tomado su equipo?
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