Un partido de
vuelta de Copa es diferente a un partido cualquiera. Hay un resultado de ida
que, normalmente, suele condicionar el estilo y la ocupación del campo. Pero
éste fue algo extraño. Durante la primera parte se jugó con un ritmo tan lento
que más que competición pareció un amistoso de pretemporada. Y ya en la segunda
el Deportivo nunca arriesgó a verdadero ganador.
Inicialmente
el Mallorca tocó su repliegue intensivo y lo convirtió en normal. Coqueteó, muy
tímidamente, con ataques ligeramente más elaborados y tuvo una riqueza táctica
mayor. Joaquín Caparrós movió con buen criterio sus piezas. Metió dentro del once a los recuperados Nunes y Javi Márquez, regaló minutos a Kevin, Alfaro y Arizmendi y siguió apostando al talento de Giovani. El mejicano sigue estando espeso sufriendo y padeciendo más que disfrutando. Regalarle una posición más escorada para que pueda entrar más en contacto con el balón podría ser una buena opción. Por su parte Fontàs ocupó el eje de la zaga, junto con el capitán, mejorando su rendimiento defensivo pero enseñando algunas lagunas ofensivas que tendrá que corregir. El catalán necesita contar con un poco más de espacio para mejorar su limpia salida de balón y, desde la posición de central, puede encontrar el tiempo adecuado para brillar mucho más. La pareja de centrales se mostró más fuerte y con menos fisuras y, consecuencia de ello, el Mallorca volvió a recuperar cierta fortaleza posicional.
José Luis Oltra envió un mensaje contradictorio antes del partido y lo pagó con la eliminación. Pareció, durante demasiados minutos, que la ventaja en el marcador era suya y regaló un ritmo demasiado lento. Sólo Camuñas, con movilidad y tirando el pase desde la banda, se convirtió en una ligera amenaza para Ximo.
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